jueves, 11 de octubre de 2012

CABALLERIA

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Caballería o arma de caballería es la fuerza de combate montada a caballo. Este término proviene del francés cavalerie. Generalmente, la designación no se aplicaba a fuerzas militares que en lugar de caballos utilizaban otros animales, como camellos o mulas

Antigüedad

En las civilizaciones antiguas como Egipto, Babilonia o Asiria, se empleaban principalmente los caballos como tiro para carros armados, desde los que se arrojaban jabalinas o flechas contra el enemigo. Posteriormente la selección y cría de razas más fuertes permitió el uso de jinetes armados en la guerra, y el carro de guerra fue cayendo en desuso, al tiempo que la infantería desarrollaba tácticas que anulaban su efectividad.
En la Antigüedad y hasta la crisis que atravesó el Imperio romano en el siglo III, la caballería se utilizaba sobre todo para la exploración y en auxilio de la infantería, que llevaba el peso de la batalla, permitiendo a la caballería realizar rápidas maniobras para envolver al enemigo por su punto débil y aprovechar la retirada en desorden del enemigo para perseguirlo y causarle gran cantidad de bajas. Alejandro Magno fue un maestro en el uso de la caballería como apoyo a la falange macedonia. Aníbal se sirvió de su caballería formada por celtíberos y númidas para envolver la retaguardia de los romanos en Cannas y masacrar una fuerza muy superior a la suya. Julio César le dio un papel menos relevante, utilizándola ante todo para perseguir al enemigo en fuga o para provocarla en un enemigo ya «ablandado» por la infantería. También existían pueblos guerreros, principalmente asiáticos, que empleaban la caballería de forma casi exclusiva, como los partos, cuya fuerza principal eran los arqueros montados.
En los ejércitos romanos, la caballería experimentó un crecimiento importante en su número y sus funciones con el Alto Imperio, período durante el cual estaba agrupada en su mayor parte en alas o en unidades mixtas con infantería, con gran presencia de pueblos aliados de Roma. En tiempos del emperador romano Adriano, los romanos adoptaron sus primeras unidades de caballería acorazada de mano de los sármatas. Posteriormente y bajo influencia de los persas, este tipo de unidades se multiplicó. En el ejército bajoimperial, la caballería pasa a desempeñar un papel fundamental, si bien actúa conjuntamente con la infantería, ahora es la pieza clave del campo de batalla. En sus diversas formas (acorazada, de arqueros...) fue integrada en el núcleo de los ejércitos de campaña tardorromanos; esta tradición militar se vio continuada en el ejército bizantino, no así en Occidente, pues los ejércitos bárbaros de los reinos germanos surgidos del desplome imperial eran fundamentalmente ejércitos de infantería.

Edad Media

La caballería pesada volvería a la Europa Occidental por otro camino: en el siglo VII aparece el estribo en China y se extiende rápidamente por Asia hasta Turquía y los Balcanes. Ya en el siglo VIII se conoce en Europa, al tiempo que la silla evoluciona para dar estabilidad al jinete. Bien sea por influencia árabe o más probablemente de los ávaros, la caballería acorazada se convierte en la punta de lanza de los ejércitos carolingios, que forjarán el imperio más vasto de la Edad Media occidental. De esta forma en los siglos IX y X, impulsada ahora por las necesidades de la lucha contra los invasores sarracenos, magiares y vikingos, se configura la caballería pesada típica del caballero medieval.
Armar y dar montura a un guerrero es algo muy caro, de forma que la caballería medieval aparece ligada totalmente al fenómeno del feudalismo. Los caballeros son señores o vasallos aventajados con poder social y económico, que guardan además la exclusividad de la caballería para su clase. Inicialmente protegidos con un traje completo de cota de malla y un yelmo, que va aumentando de tamaño hasta convertirse en el siglo XII en un gran y pesado cubo metálico apoyado sobre pecho y espalda. Se añaden progresivamente protecciones extras al conjunto, y el caballero y caballo terminarán por estar totalmente revestidos de placas metálicas a partir del siglo XIV, lo que da origen también a la selección de razas para obtener caballos grandes y pesados capaces de sostener el conjunto.
La estrategia de la batalla en esta época es muy simple. La caballería, protegida de pies a cabeza, se lanza en masa contra sus rivales en la batalla. Si la infantería osa aventurarse en campo abierto, el peso y empuje de los caballos hunde sus filas y la ventajosa posición del caballero le permite descabezar y masacrar infantes a placer. Nada parece alterar el orden hasta que en 1346 y 1415 los arqueros ingleses, protegidos por la infantería, derrotan totalmente a la caballería feudal francesa en Crecy y Azincourt. Finalmente, el declive de la caballería pesada feudal se acelera con el desarrollo en Suiza de una nueva táctica de combate en el siglo XV: la infantería suiza avanza en cuadros apretados erizados de picas de más de 6 metros, de las cuales salen filas de ballesteros y arqueros que diezman las líneas enemigas, para resguardarse nuevamente en el cuadro. Rápidamente los mercenarios suizos son contratados por los reyes europeos, y su idea imitada y mejorada da lugar al tercio español, que durante dos siglos sería el amo del campo de batalla en Europa.

Edad Moderna

La caballería comienza así durante los siglos XVI y XVII a aligerarse, las armaduras pesadas ya no sirven ante las picas y los arcabuces. En la Europa central empieza a desarrollarse una caballería ligera, protegida todo lo más por una coraza y armada con espada y tres o cuatro pistolas, que se acerca rápidamente a los cuadros de infantería, descarga sus armas a distancia segura y se retira o carga contra los cuadros cuando huyen o se encuentran dispersos.
Debido a la nuevas formas de combatir, con toda la infantería armada con fusil y bayoneta, la caballería parece resurgir con fuerza en el siglo XVIII. Dada la lentitud del proceso de carga del fusil y de que en la práctica es imposible acertar con seguridad a una distancia mayor de 100 metros, una fuerza capaz de avanzar a gran velocidad por el campo de batalla y efectuar una carga impetuosa parece de gran utilidad.
Jinete árabe de 1918.
La caballería de este periodo se suele dividir en pesada y ligera. La pesada monta grandes caballos, a veces con protecciones en la parte frontal del animal, armada con espada o lanza. Está pensada para lanzarse de frente contra la infantería, provocando con el peso e ímpetu de su carga brechas en las líneas para luego dispersar y exterminar a los infantes. Los coraceros franceses y los lanceros polacos son ejemplos de este tipo de caballería. La caballería ligera monta caballos rápidos y más pequeños, y va armada generalmente con sable; está pensada para la exploración, hostigamiento del enemigo y persecución en fuga. Los húsares son un típico ejemplo de esta clase de caballería, y entre la típica caballería pesada y la típica caballería ligera fueron los Húsares Alados Polacos.
Napoleón utilizó ampliamente ambos tipos de caballería en sus campañas. En 1815, en la batalla de Waterloo, la caballería nuevamente entra en crisis, esta vez definitiva. Wellington ordena a su infantería en cuadros, con las líneas internas relevándose en el tiro, mientras las externas presentan un frente de bayonetas. Tras varias cargas, la caballería francesa es diezmada, los cuadros británicos resisten y Napoleón es derrotado.
A pesar de las lecciones de las guerras napoleónicas, se siguen empleando viejas estrategias. En la Guerra de Secesión de Estados Unidos y la Guerra Franco-Prusiana en Europa, durante la segunda mitad del siglo XIX, los fusiles cuadriplican su alcance y puntería, masacrando a la caballería en sus cargas y utilizando los cuadros cuando era preciso.
Con la aparición de las armas de repetición y el revólver, parece revivir la caballería, y durante la Guerra de Secesión la caballería de ambos bandos va armada con un rifle y varios revólveres, que descargan a una distancia segura, o utilizan desmontados, para replegarse rápidamente ante el avance de la infantería. Además, las potencias coloniales mantienen importantes fuerzas de caballería en sus colonias para favorecer la movilidad de sus fuerzas. En la práctica, la carga frontal contra la infantería, cuando se encuentra en posición de combate, se convierte en un acto suicida.
La aparición de la ametralladora a finales del siglo XIX da el puntillazo definitivo a la caballería. A pesar de esta evidencia, en la primera e incluso en la Segunda Guerra Mundial se utilizan unidades de caballería, como los famosos lanceros polacos aplastados por las divisiones Panzer nazis, aunque de hecho la última carga de caballería en la guerra la realizó el Reggimento di Cavalleggeri Savoia en Rusia, en 1942.
Después de esta guerra, en la que la caballería fue casi testimonial, las unidades de caballería han sido reconvertidas generalmente en unidades acorazadas, con la tropa armada al estilo de la infantería y desplazándose en blindados de transporte y ataque y carros de combate ligeros como el BMR de apoyo. Otra variante de significancia que se dio, y que ya hizo aparición en la Primera Guerra Mundial, fue la conversión de los soldados de Caballería en soldados de la Fuerza Aérea, a la que se transmitió parte del antiguo folclore de la fuerza, como elementos de su vestimenta y el cuidado del honor (como practicaba el Barón Rojo, por ejemplo, que saludaba a sus adversarios antes de batirse con ellos, no atacaba a quienes rechazaban su reto y permitía retirarse a sus contrincantes malheridos).

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